El Capuchino de IBERA es una de las aves más emblemáticas y amenazadas del pastizal natural del Cono Sur de Sudamérica. Su nombre completo es Sporophila iberaensis, en honor a los Esteros del Iberá, una vasta región de humedales ubicada en la provincia de Corrientes, Argentina, que constituye su principal área de distribución conocida. Esta pequeña ave, perteneciente al grupo de los capuchinos del género Sporophila, fue reconocida como especie recién en el año 2011, luego de años de observaciones y estudios de campo que permitieron diferenciarla de otras especies similares por su canto, su plumaje y su comportamiento.
El Capuchino ibera habita en zonas de pastizales húmedos y naturales, donde predominan las gramíneas nativas, especialmente aquellas que producen semillas finas, de las cuales se alimenta casi exclusivamente. Su presencia está fuertemente ligada al estado de conservación de estos ecosistemas, ya que depende de la estructura y la composición vegetal del hábitat para reproducirse y sobrevivir. El macho en época reproductiva luce un plumaje distintivo con tonos grisáceos en la cabeza, un babero oscuro, dorso castaño y partes inferiores claras, lo que lo diferencia de otros capuchinos. La hembra, como en la mayoría de las especies de este grupo, presenta colores más apagados y difíciles de distinguir sin observación detallada.
Una de las características más notables del Capuchino ibera es su canto, que resulta único entre los capuchinos del género. Este rasgo fue clave para su identificación como especie distinta, ya que los investigadores notaron que su repertorio vocal no coincidía con ninguna de las especies conocidas. Su canto es complejo, melodioso y suele escucharse durante la temporada reproductiva, cuando los machos lo utilizan para defender su territorio y atraer a las hembras.
Esta especie se encuentra en grave peligro de extinción, principalmente debido a la pérdida y fragmentación de su hábitat natural, causada por el avance de la agricultura, la ganadería intensiva, los monocultivos forestales y la modificación de los pastizales mediante drenaje o quema. Otro factor crítico ha sido la captura ilegal para el comercio de aves silvestres, ya que los capuchinos son muy valorados como aves de jaula por su belleza y canto. Estas amenazas han llevado a que el Capuchino ibera sea categorizado como especie en peligro crítico por diversas organizaciones de conservación, incluyendo BirdLife International y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
A pesar de su situación delicada, en los últimos años se han intensificado los esfuerzos para su conservación. Diversas ONG, investigadores, comunidades locales y organismos gubernamentales trabajan de forma coordinada en proyectos de monitoreo, restauración de hábitat, educación ambiental y fiscalización del comercio ilegal. El Parque Iberá, junto con otras áreas protegidas y reservas privadas, cumple un rol fundamental como refugio para esta especie y otras que dependen de los pastizales naturales del noreste argentino.
La historia del Capuchino ibera no solo destaca por su rareza y belleza, sino también por el simbolismo que representa en términos de conservación. Su descubrimiento reciente pone en evidencia cuán poco conocemos aún sobre la biodiversidad que habita los ecosistemas amenazados, y refuerza la importancia de conservar los ambientes naturales antes de que desaparezcan. Proteger al Capuchino ibera es proteger una parte única del patrimonio natural del sur de Sudamérica, y representa un llamado a la acción para preservar los pastizales, uno de los ecosistemas más degradados y menos valorados del continente.